miércoles, 15 de octubre de 2008

Pese a tragedia sube la cantidad de buzos en el basurero de Rafey


por Marcelo Peralta/Elmasacre.com/
SANTIAGO.- A pesar de que hace poco un menor murió aplastado por un camión compactador, una exoperaria de la zona franca perdió su brazo derecho y ocurrió hace dos años, que un menor falleció a causa de los golpes que recibió cuando un camión lleno de basura lo estropeó, los niños y adultos siguen buscando objetos vendibles en el basurero de Rafey.
El jovencito que hace poco falleció vivía en el barrio Otra Banda, tenía buscar objetos de valor para venderlo y conseguir los alimentos para sus hermanos y su madre, que también fue despedida de la Zona Franca de Santiago. Su nombre era José Guillén (Pepo), de 12 años de edad, quien residía en la comunidad La Otra Banda, al otro lado del río Yaque del Norte.
El niño murió a consecuencia del aplastamiento de la cabeza y fuertes golpes en otras partes de su cuerpo, de acuerdo a los informes suministrados por algunos de sus compañeros.
Pepo, quien tenía otros cuatro hermanos, fue aplastado por un camión compactador propiedad de la empresa recolectora de basura Urbaser, vehículo que en meses pasados había atropellado a otro menor y cercenado una mano a la señora Arisleyda Rodríguez, madre de cuatro hijos, que laboraba en la Zona Franca, pero que debido a los despedidos masivos, fue cancelada, vive en el barrio La Mosca y al verse sin empleos, la única opción que tenía era irse al basurero a buscar plásticos, madera, pedazos de zinc, cartones, entre otros.En procura de busca algo para darle de comer a sus cuatro hijos, lo único que pudo conseguir fue que un camión compactador le destrozara su brazo derecho.
Entran a las siete de la mañana y salen a las siete de la noche, cuando se acuesta el sol y sus rayos se esconden entre los cambrones y las aromas contiguos al basurero de Rafey.
Para conseguir alto, tienen que permanecer que bajo un sol implacable desgranándose sobre su cuerpo, sumergido en el mar de desperdicios, hundiendo sus brazos curtidos y buscando un pedazo de hierro o de aluminio para luego venderlo y picar parte de los chelitos, que son su salario.
Es el vertedero de Rafey un drama antiquísimo, ya desteñido, pero latente y la realidad de cada uno de los buzos, es deprimente y demoledor.
A los niños, jóvenes, hombres y mujeres, se les llaman buzos, porque se escabullen entre desperdicios en busca de un objeto de valor que venden a intermediarios instalados en el mismo basurero.
Los niños y jóvenes que incursionan en la búsqueda de los materiales no van a la escuela ya que tienen que durar todo el día para lograr materiales vendibles.
Ellos se desenvuelven en entre las inmundicias, el humo de un incendio que nadie ha podido controlar, entre el peligro de los camiones compactadores, la contaminación, las enfermedades y otras limitaciones.La mayoría de los buzos viven en los barrios de La Mosca, La Fe, La Piña, La Fe, Villa Rosa, José Manuel, Las Colinas, La Colonia, San Antonio, San Lorenzo, del sector de Cienfuegos.
Para llevar al basurero, sólo tienen que cruzar una cañada y ascender donde están los desperdicios, donde llegan hombres, niños, jóvenes de ambos sexos a buscar por la desesperación restos de artículos, restos de ropas, electrodomésticos y todo lo que es depositado por los camiones cargados con los desechos de las industrias, comercios y viviendas.
“Aquí todo buscamos galones, hierro, metal, madera, zinc, aluminio, botellas plásticas, cartones, lo vendamos a muchos hombres y mujeres que que las compran y el dinero lo usamos para comer y comprar ropa”, dijo Aurora Díaz, quien lleva 40 años en el basurero.Muchos de los entrevistados confesaron que los niños trabajan para ayudar a sus madres, muchos de ellos viven solos con la mamá, con su hermano, con el hambre y el trabajo que uno pasa, nadie puede estar sentado.
La situación de los niños, sometidos a un régimen informal, pero permanente de trabajo, bajo el riesgo de enfermedades y viven en las peores formas de trabajo, a los cuales nunca se le sana la piel y la gripe.
Son decenas los niños que buscan objetos de valor en el vertedero, debido a las críticas situaciones económicas de sus padres.
Viven una situación de penuria y de la contaminación que significa el vertedero para las más de cuatro mil que laboran en la recolección de desperdicios, con los constantes incendios, unas veces originados por la combustión, el calor y las altas temperaturas que genera la propia descomposición de la basura y otras, de manera intencional, según voces anónimas, los que sobreviven de la “cacería marina” en sus jornadas de “buceo”, no quieren que les quiten el vertedero.
Una considerable mayoría de niños y jóvenes manifiestan que necesita que eso los niños puedan salir delante, que puedan ir a la escuela es verdad, pero para eso tiene que haber alguien que se conduela, alguien que quiera ayudarnos.

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