jueves, 2 de octubre de 2008

Caminantes por la paz llevan 800 kilómetros



Por Rafael P. Rodríguez- Los caminantes por la paz, que llevan cumplidos 800 kilómetros en San Juan de la Maguana, salieron para Guerra hace menos de un mes.
Ese distrito municipal al este de la capital fue la primera estación de la larga travesía por el país de este grupo que desafía el tiempo, la adversidad, la lluvia, la noche.
Salieron a las 10 y 20 minutos de la mañana desde el kilómetro cero en el centro de la Puerta del Conde, donde en el Altar de la Patria, hubo un ceremonial en que estuvieron el embajador de Venezuela, Belisario Landis; el secretario de la Juventud, Franklin Rodríguez; Diómedes Núñez Polanco, de la Fundación Juan Bosch, y Domingo Contreras, entre otros.
En el momento del acto soplaba un viento fuerte y llovía con furia. Pero el camino fue aliviado por momentos llenos de un anecdotario vital.
Algunos perros de los que la gente insiste en llamar realengos sentían curiosidad por la caminata.
Otros sentían furia o envidia de la libertad.
En el trayecto del puente sobre el río Ozama se levantó un viento que casi los deposita sobre las aguas.
Pero no hubo mayores motivos de alarma. La gente voceaba lo primero que se le ocurría a los caminantes, desde su curiosidad elemental.
Unos les llamaron “guineos” por las capas amarillas que tuvieron que ponerse ante la insistencia del agua.
Otros preguntaban hacia dónde iban y las respuestas más recurrentes eran de que iban hacia Montecristi, un lugar completamente opuesto. Y mientras las ráfagas de Hanna animaban el momento.
El tiempo fue mejorando en la tarde y había madera, lagunas y todo lo que guarda un camino tan prolongado.
Ahora, tras recorrer más de las dos terceras partes del trayecto, no hay apenas cansancio y de modo que parece paradójico, mientras más caminas más ligero sucede todo.
El cuerpo se desintoxica, te alivianas, notas cambios orgánicos.
Ya se ha pasado la mítica frontera con sus dificultades, sus cambios de temperatura, sus mitos y sus sudorosas cuestas, sobre todo, la que se inicia en Restauración.
Ya se han cubierto Pedro Santana, con sus grandes limitaciones de comunidad lejana; Elías Piña, Las Matas de Farfán, donde se recuerdan los primeros días de la vida del brillante periodista Orlando Martínez, asesinado durante los días duros de los 12 años de Joaquín Balaguer, un inolvidable 17 de marzo de 1975.
Tras una recta con ondulaciones que parecía infinita, se llega a San Juan de la Maguana, donde hay un descanso prolongado, demasiado prolongado para lo que falta de camino, que son 200 kilómetros que tienen los nombres de Azua, Baní, San Cristóbal, pasando por comunidades, por soledades, por piedras y por aguaceros ocasionales.
Hay mucho olvido social en San Juan, Hay muchos niños en harapos, mucha miseria.
Pero el pueblo dominicano es bueno y dondequiera aparecen la sonrisa dulce y sincera, el cariño, la pureza de alma.
No hay fingimientos, no hay sonrisas cosméticas, no hay corsés, todo es espotáneo después de kilómetros de cactus, de soles extraordinarios.

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